Solo por ser mujeres
- Emely Gómez
- 4 may 2021
- 10 Min. de lectura
En Guatemala diariamente se presentan casos de violencia contra la mujer. El 84% de evaluaciones psicológicas que el INACIF realizó en el 2020 fue en el tema de la mujer víctima.

(Crédito: PDH Guatemala)
Su vida transcurría de una manera feliz y tranquila, Lucía Pérez (nombre ficticio), es una muchacha trabajadora y dedicada originaria de Totonicapán, Guatemala. Su medio de sustento era salir a laborar como ayudante de la limpieza en casas de la ciudad capital, esto generaba que por meses debía dejar su casa, para emprender un largo viaje a la ciudad.
En enero del 2020 esto cambió para ella. Cada mes le permitían ir a visitar a su familia, por lo que el viernes ella decidió emprender el camino de regreso. Tuvo un fin de semana muy feliz en el cual pudo convivir y estar con sus seres queridos. El día lunes debía emprender el retorno a la ciudad capital. “Estuve mucho tiempo esperando el bus para la capital cuando de repente me jalaron y me metieron en un taxi, me taparon la boca y los ojos, impidiendo que pudiera gritar para que me ayudaran”, afirmó Pérez.
La llevaron a una casa oscura y le quitaron los vendajes. Luego de ello, empezaron a hacerle preguntas con respecto a si tenía familiares en los Estados Unidos a lo que ella respondía que no, los agresores no le creyeron y al no obtener la respuesta que ellos deseaban la agarraron y comenzaron a golpearla fuertemente.
Un día un niño llegó con ella, mientras no estaban vigilándola, le comentó que él podía ayudarla a salir, pero ella no le creyó y el niño se fue. “Al siguiente día los hombres estaban a punto de dispararme, cuando de repente entraron los policías. Ellos me encontraron muy golpeada y me rescataron”, dió a conocer la víctima.
El inicio de una cultura de agresión
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define el concepto violencia como: “Uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
“Somos una sociedad violenta, esto es a raíz de las diferentes violencias que ha vivido la población guatemalteca, háblese el conflicto armado y otros conflictos que se han dado alrededor de la sociedad”, comentó Brenda Rosales, psicóloga de Mujeres Transformando el Mundo. La sociedad guatemalteca se ha visto influenciada grandemente por la cultura del machismo y de jerarquización que habita en sus integrantes desde hace muchos años atrás.
En el texto Violencia contra la mujer en Guatemala, de Guillermo Díaz Castellanos, ex-investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Rafael Landívar, se explicó que “Guatemala es un país con arraigadas concepciones y prácticas sociales que privilegian lo masculino en detrimento de lo femenino. Tales aspectos permiten tipificar a la sociedad guatemalteca como una sociedad machista, con las consiguientes condiciones de desigualdad de género que ello implica”.
En nuestro país se puede observar que al nacer un varón se hace fiesta, ya que se ve como alguien que va a aportar en el hogar, mientras al nacer una mujer se afirma que solamente será para enseñarle los oficios del hogar y conseguirle marido. Otro ejemplo de ello es cuando la comadrona a la hora del parto asiste a la mujer, pero cobra una tarifa mayor al nacer niño y una menor cuando es niña.
“Esta marcada diferenciación de los roles de género ha creado el escenario idóneo para la materialización de innumerables violaciones a los derechos humanos de las mujeres, transgresiones que pueden englobarse dentro de los términos violencia de género o violencia contra la mujer, mismos que hacen referencia a las relaciones desiguales de poder entre hombre y mujer, que ubican al hombre en un estrato superior y lo empoderan para vulnerar los derechos humanos de las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres”, escribió la Fundación Myrna Mack, en su Módulo sobre la Violencia contra la Mujer.
Otra de las causas por lo cual se da esto es la falta de acceso a la educación en las mujeres, esto limita sus capacidades y la oportunidad de obtener un empleo. Al no contar con estos accesos se forma una dependencia económica, esto debido a que eso es lo único que sus oportunidades le han proporcionado. En el caso de Lucía, ella no tuvo la oportunidad de contar con los suficientes estudios, por lo cual su único medio laboral era viajar a la ciudad a ayudar con la limpieza de los hogares, esto sin importar cuán mínimo fuera el pago o los riesgos que ella pudiera correr al momento del traslado.
Fransxia Barillas, psicóloga de Fundación Sobrevivientes, respecto al tema de violencia contra la mujer, opinó: “De manera general, esto se da por la naturalización de la violencia, conductas aprendidas, patrones de crianza, factores culturales y conductas que la misma sociedad nos está imponiendo como mujeres”.
“La violencia anula la autonomía de la mujer y mina su potencial como persona y miembro de la sociedad”, reveló el Director General de la OMS, en su escrito Violencia contra la mujer, un tema de salud prioritario.
Cada vez hay menos mujeres
Según cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (INACIF), el año pasado del 1 de enero al 31 de diciembre del 2020 se recibieron 15,461 órdenes para evaluar psicológicamente a personas, de las cuales 13,139 pertenecían a mujeres. Eso quiere decir que más del 84% de evaluaciones psicológicas que el INACIF realizó fue del tema de la mujer y la mayoría en el tema de la mujer víctima de violencia. Siendo Lucía Pérez una de estas 13,139 mujeres evaluadas y víctimas de violencia contra la mujer en el año 2020.

(Crédito: Prensa Libre)
“Hablar de 13,000 evaluaciones, o sea casi es el 90% de evaluaciones psicológicas que se realizaron el año pasado solo en mujeres, creo que le puede dar a usted más o menos una idea de la magnitud del problema de lo que es al menos solo ese rubro. Aparte, tendría que hablarle de cuantas evaluaciones por violencia física, que sería otra cantidad superior y obviamente en el tema económico otra cantidad y en el tema sexual miles también”, afirmó el Doctor Jorge Granados, jefe del departamento técnico científico del INACIF. Agregó que hay una estadística negra, una cifra negra real que no se encuentra en las estadísticas, ya sea porque no se denuncia por miedo o no saben que lo que sufren es violencia, entre otras razones.
Al comparar las evaluaciones, que realiza el INACIF, del 1 de enero al 31 de marzo del año 2020 y del 2021, se obtiene que hay un incremento del 1%, ya que el año pasado en esas fechas se evaluaron a 10,709 féminas y en el presente año a 10,777.
En el país, según los informes de evaluaciones médico legales a mujeres en el año 2020, se muestra que en los departamentos de Guatemala, Escuintla, Quetzaltenango, San Marcos y Huehuetenango, existen más índices de muertes y de hechos denunciados. Y aunque Totonicapán, departamento originario de Pérez, no sea uno de estos 5 principales departamentos, no se descartan los muchos casos que allí se dan.
En el año 2008 se creó la Ley de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer, Decreto Número 22-2008. En el documento donde se presenta la ley y que es brindado por el Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial (CENADOJ), se explicó que dicha ley fue creada con el objetivo de “garantizar la vida, la libertad, la integridad, la dignidad, la protección y la igualdad de todas las mujeres ante la ley, y de la ley. (...) Promover e implementar disposiciones orientadas a la erradicación de la violencia física, psicológica, sexual, económica o cualquier tipo de coacción en contra de las mujeres, garantizándoles una vida libre de violencia”.
Granados comentó que, “antes del 2008 teníamos bastante violencia contra la mujer y presuntamente la Ley de Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer es una política de Estado a través del Organismo Judicial, osea es una política legislativa para contrarrestar la violencia contra la mujer, pero pregúnteme si eso ha minimizado las acciones criminales en contra de la mujer, no están minimizadas, al contrario, cada vez tenemos más mujeres agredidas física, sexual, psicológicamente y no ha sido suficiente”.
Derecho a una vida libre de violencia
“Los derechos humanos de las mujeres han sido históricamente violados. En el caso de Guatemala esa violación se ha convertido en una práctica recurrente y de extrema gravedad, que ha aumentado considerablemente en estos últimos años”, planteó el Instituto de Derechos Humanos Universidad San Carlos de Guatemala (IDHUSAC), en su informe Derechos Humanos de las Mujeres en Guatemala.
Uno de los derechos fundamentales de las mujeres es el derecho a tener una vida libre de violencia, derecho que se infringe desde el momento en que la mujer es violentada en cualquiera de sus formas, psicológica, física, sexual o al llegar a los extremos con el femicidio. Tomando también la violencia psicológica como lo sucedido con Lucía, “comenzaron a burlarse y a reírse de mí por mi condición de ser mujer y de ser indígena”, afirmó.
“Me dejaron en la silla, me golpearon y ahí abusaron de mí. Yo pedía auxilio, gritaba fuertemente, pero ellos me dijeron que nadie me escucharía allí, así que no servía de nada el mínimo intento que hiciera. Yo pasaba día y noche llorando y también orando, pidiéndole a Diosito que me ayudara”, comentó Lucía.

(Crédito: UNFPA Guatemala)
Dorotea Gómez, Defensora de la Mujer, opinó que “se ven violentados: el derecho a la vida, el derecho a la integridad, el derecho a la seguridad pública, el derecho a vivir una vida libre de violencia y de discriminación, el derecho de que se les respete su vida y el derecho a tener acceso a la justicia integral”. Brenda Cabrera, Comunicadora de CODEFEM Guatemala, añadió que se ven violentados los derechos a un buen vivir, al libre acceso a los beneficios y garantías que la Constitución declara y es la protección a los derechos humanos en cuanto a una libre forma de expresión, una libre forma de trabajo. Se violentan los derechos económicos, sociales y políticos.
“¿No son acaso estas degradaciones sociales problemas que afectan específicamente a las mujeres no importando su edad, etnia o clase, que además las afectan solo por el hecho de ser mujeres, limitándolas en el pleno ejercicio de sus derechos?”, se cuestionó IDHUSAC.
¿Justicia pronta?
La Ley de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer establece que por el delito de muerte violenta a una fémina se conceden 50 años de prisión carcelaria al agresor.
Granados, mencionó que “una cosa es cómo se inicia la acción penal que puede ser de una forma verbal o por escrito en el Ministerio Público, en cualquier fiscalía o en un juzgado de familia y otra cosa es el proceso que esto lleva porque muchos casos lamentablemente los procesos no llegan a sentencias condenatorias”. Agregó que ellos han ido a debates de temas de femicidio que llevan 4, 5, 6 años y aún no hay una sentencia.
Como es el caso de Lucía, que a un año y meses del suceso aún no se ha llevado un proceso de justicia con respecto a su agresor y el tipo de violencia que sufrió, “pues la verdad quienes me lastimaron y violaron se escaparon y no he visto que por parte de las autoridades haya un seguimiento en el proceso para hacer justicia por mi caso, siento que probablemente eso no pasará. En pocas palabras, aún no sé nada de esas personas”, comentó.
Paula Barrios, abogada in fieri y coordinadora de Mujeres Transformando el Mundo, comentó que los procesos judiciales se han convertido en una función muy esquemática, ya que desde el primer momento las víctimas son remitidas al INACIF para realizar evaluaciones, mientras en esa primera etapa del proceso solo se requiere una probabilidad que se deriva del testimonio de la persona.
El INACIF es el encargado de evaluar a las personas víctimas y brindar con ello informes especializados en el área donde el fiscal o juez necesite, para así fundamentar las acusaciones y ayudar a determinar si algo es verídico o no.
“No quisiera yo de esta manera derivar la responsabilidad sobre el Ministerio Público o sobre el Organismo Judicial, pero nosotros tenemos aquí a la vista que si a mí me ingresa una orden ahorita en este momento para evaluar a tres mujeres, en el momento las evalúo. Generalmente a nosotros nos dan un tiempo determinado para decir si una mujer ha sido violentada, generalmente nos dan 6 horas, 12 horas, 24 horas. Una autopsia, por ejemplo, de una mujer que ha sido asesinada con todos los agravantes del delito, lo más que tardamos en entregar el dictamen son 7 días, exagerando 14 días”, afirmó Granados.
Barrios agregó que el Organismo Judicial trae una mora histórica y que las denuncias superan la posibilidad de obtener una respuesta debido a que hay poco personal, limitada infraestructura y recursos para la investigación.
Estamos a tiempo de generar un cambio
“Se tendría que hacer una buena revisión de las leyes a favor de los derechos de las mujeres, como la Ley de Feminicidio y otras Formas de Violencia Contra la Mujer. Las penas tendrían que ser más altas y creo que también hay que trabajar nuevas masculinidades, así como realizar procesos de sensibilización en la sociedad”, comentó Rosales.
Barrios, mencionó que “el acceso a la justicia debe ser pronto y debe tener ese impacto en la sociedad para disuadir que los hechos de violencia no se sigan cometiendo. Deberíamos generar mecanismos para responder, proteger y prevenir, pero eso requiere que toda la institucionalidad trabaje en ese mismo sentido”. Añadió que la educación es un factor importante para que la violencia disminuya.
Gómez opinó que se debe garantizar la implementación de los planes de prevención, así como también asignar suficientes recursos para que las instituciones funcionen de manera efectiva. Anexó que se necesitan tener suficientes jueces, oficiales y notificadores para que se lleven mejor y más rápidos los casos.
Barillas, respecto a las medidas para evitar más casos, aseguró: “Si hablamos de medidas creo que tendríamos que irnos a algo macro y estaríamos hablando del Estado y de medidas más eficaces, pero que lamentablemente no está en nuestras manos poder garantizarlas”. Agregó que como mujeres sí se pueden tomar medidas, empezando por informarse, no juzgar, practicar la sororidad y crear redes de apoyo para las víctimas de violencia y para que puedan superar lo que pasaron.
“Desde ahí yo no estuve tranquila, yo intenté suicidarme varias veces, ya no comía, ya no platicaba con mi familia y día y noche lloraba”, dio a conocer la victima. Su familia, sus tíos, fueron de gran apoyo para ella. Producto de la violación ella quedó embarazada y decidió darle un sí a la vida del bebé, convirtiéndola en madre soltera. “Ya tengo a mi nene, él apenas tiene 6 meses y tengo que ser fuerte por y para él, aunque sea bastante difícil, espero algún día superar esto”, comentó la víctima.
¿Quiénes tenemos la posibilidad de hacer esos cambios? La sociedad, el pueblo, las mujeres y los hombres que se pronuncien y asuman la responsabilidad para mejorar la calidad de vida, afirmó Barrios
Son miles los casos que se ven sobre violencia contra la mujer en la sociedad. Algunas mujeres simplemente se encuentran en sus actividades normales, como es el caso de Lucía que el visitar a su familia e intentar regresar a su trabajo le cambió completamente la biografía. Su vida transcurría de una manera feliz y tranquila.
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